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Cultura
Grupos étnicos y lenguas
Lenguas de Kenya. Fuente: Ethnologue
Las etnias se agrupan en tres clases o grupos lingüísticos: bantús, cuchitas y nilóticos/paranilóticos. Los bantús cubren un 65% de la población, los cuchitas entre un 3 y un 4%, y los nilóticos/paranilóticos entre un 30 y un 31%.
Cada una de estas tres clases puede dividirse a su vez de acuerdo a grupos dialectales, según se muestra en el cuadro. Los bantús se clasifican en occidentales, centrales y costeros. Las lenguas paranilóticas de Kenya se dividen en tres grupos: teso, maasai y kalenjin. La única lengua nilótica hablada en Kenya es el luo. Las lenguas nilóticas, habladas también en Sudán, Uganda y Tanzania, pertenecen a la familia de lenguas nilosaharianas. Por último, los cuchitas son principalmente pastores de habla somalí o galla, lenguas que pertenecen a la familia afroasiática de lenguas originarias del norte de África y Oriente Próximo.
Los pueblos de habla swahili se agrupan en una categoría distinta, aunque su origen es predominantemente bantú. Por otra parte, en un grupo separado se incluyen algunas tribus cazadoras-recolectoras de origen antiguo, hoy prácticamente extinguidas.
Cazadores-recolectores
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Boni, Dahalo, El-Molo, Ndorobo/Dorobo, Sanye
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Bantús
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Occidentales
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Abaluhyia/Luhya, Kisii, Kuria, Gusii
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Centrales
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Kikuyu, Kamba/Akamba/Wa-kamba, Meru, Embu, Tharaka, Mbere
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Costeros
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Mijikenda (Digo, Duruma, Rabai, Ribe, Kambe, Jibana, Chonyi, Giriama, Kauma), Taveta, Pokomo, Taita
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Nilóticos-paranilóticos
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Nilóticos
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Luo
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Teso
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Iteso, Turkana
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Maasai
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Maasai, Samburu, Njemps
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Kalenjin
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Nandi, Kipsigis, Elgeyo, Sabaot, Marakwet, Tugen, Terik, Pokot
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Cuchitas
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Somalí, Rendille, Galla, Borana/Boran, Gabbra, Orma, Sakuye
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Swahilis
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Bajun, Pate, Mvita, Vumba, Ozi, Fundi, Siyu, Shela, Amu
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Otros
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Europeos, asiáticos (indios, pakistaníes), árabes
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Religiones
En Kenya conviven algunas de las grandes religiones del mundo con las creencias nativas. Esta convivencia no sólo se manifiesta dentro de las comunidades o las aldeas, sino incluso dentro de la misma persona. La espiritualidad individual a veces es un pastiche de elementos procedentes de distintos cultos, de manera que cualquiera de las religiones adopta en Kenya un carácter propio. Otra consecuencia de esto es que resulta difícil establecer el porcentaje de implantación de cada una de las religiones, motivo por el cual las distintas fuentes no suelen ser unánimes. Para terror de los estadísticos, es frecuente que el cálculo de los porcentajes de cada creencia sume más del 100%.
El cristianismo fue implantado por los misioneros europeos que comenzaron a establecerse en el país a lo largo del siglo XIX. La labor evangelizadora de las misiones llevaba aparejada la oferta sanitaria y educativa, por lo que la implantación de la religión cristiana se extendió paralelamente a la escolarización y la atención médica. Debido a la influencia inglesa, la confesión más extendida es la protestante, que incluye entre un 30 y un 45% de la población, mientras que la Iglesia Católica congrega a entre un 20 y un 33% de los kenianos. Existen además otros grupos minoritarios, como los adventistas, cuáqueros y testigos de Jehová. Las creencias cristianas a veces se complementan con los ritos tradicionales, dando lugar a liturgias quizá un poco heterodoxas desde el punto de vista occidental.
En la actualidad, la Iglesia sigue manteniendo una fuerte presencia en la vida pública de Kenya. La relación Iglesia-Estado tiene una doble cara: el gobierno siempre ha evitado la confrontación directa con el clero, pero la actitud contestataria y reivindicativa de la Iglesia conduce con cierta frecuencia a una tensión latente, que se manifiesta en la prohibición de ciertas publicaciones religiosas. Por otra parte, las misiones siguen fuertemente arraigadas en la vida de las comunidades rurales de Kenya. Es bastante significativo que, en muchas aldeas, la construcción más sólida y digna sea una iglesia de alguna de las distintas confesiones presentes.
Las creencias nativas, basadas en el animismo y la magia, persisten en el seno de las tribus, pero su expresión se ha reducido al nivel individual o familiar. Sin embargo, sus creencias tradicionales siguen marcando las estructuras sociales de las tribus, sus costumbres, rituales y danzas. El rito de la circuncisión de los niños o jóvenes aún es práctica habitual. Por fortuna, la brutal y vejatoria mutilación genital femenina es ilegal y se ha reducido bastante, pero sigue fuertemente arraigada en las creencias de algunas tribus. Por útlimo, las ceremonias mágicas, ritos de iniciación y juramentos que acompañan a la formación de sociedades secretas, cuya expresión más famosa en el siglo XX fue la guerrilla del Mau-Mau, continúan brotando esporádicamente a la sombra de la violencia étnica.
El Islam es la más antigua de las grandes religiones en Kenya, ya que su implantación comenzó con la llegada de los primeros árabes a partir del año 500 d.C. Hoy, la comunidad islámica de Kenya abarca entre un 5 y un 30% de la población, sobre todo en la costa swahili del Índico, pero también en las regiones del norte y noreste ocupadas por somalíes, donde las mezquitas conviven con las iglesias. La mayoría de los musulmanes kenianos son sunnitas. La minoría chiíta está compuesta sobre todo por kenianos de origen pakistaní cuyos abuelos llegaron a la costa a finales del siglo XIX o principios del XX para trabajar en la construcción del Tren Lunático Nairobi-Mombasa, la gran arteria de comunicación alrededor de la cual se constituyó la Kenya actual. La rama moderada ismailita, liderada por el Aga Khan, tiene también un cierto arraigo. El fundamentalismo se organiza en torno al Partido Islámico de Kenya, originado en la costa y aún minoritario.
El hinduísmo, en sus diversas variantes, continúa predominando en la comunidad de origen indio. Al igual que los pakistaníes, los indios llegaron a Kenya como peones al servicio del Imperio Británico para trabajar en las obras del ferrocarril. Los que sobrevivieron a la ardua tarea se establecieron sobre todo en las grandes ciudades, especialmente en Nairobi y en la costa, prosperando hasta convertirse en una de las comunidades económicamente más poderosas.
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