Parques y reservas: Parque Nacional de Amboseli
Gestiona: KWS
Safari Card: Sí
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Animales contra el telón de fondo del Monte Kilimanjaro. J.Y./Kenyalogy.com
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Introducción
El parque nacional de Amboseli ofrece una de las imágenes más clásicas de Kenya, la enorme montaña del Kilimanjaro, con sus 5.985 m dominando la llanura como un dios poderoso gobernando el mundo desde su trono de plata. Antes de que el misionero Johannes Rebmann descubriese el Kilimanjaro para la cultura occidental en 1848, las antiguas leyendas swahilis y árabes hablaban de una montaña en el interior, en cuya cumbre vivía un dios terrible que castigaba a los que se atrevían a acercarse a su morada paralizándoles los pies y las manos. De esta manera, los habitantes de la costa tropical describían un fenómeno extraño para ellos, la congelación.
Curiosamente, el Kilimanjaro no está dentro de los límites de Amboseli, de hecho ni siquiera está en Kenya. Pero los tanzanos aún no han encontrado la manera de evitar que una de las vistas más famosas de su montaña sea la que ofrecen sus vecinos. En realidad, si miras el mapa de Kenya podrás comprobar que la absurda línea recta que separa ambos países se desvía de una manera deliberada para dejar el monte en territorio tanzano. ¿El motivo? Al realizarse la partición de Africa Oriental en las dos esferas de influencia, británica y alemana, Inglaterra tenía dos montañas y Alemania ninguna, así que la reina Victoria regaló el Kilimanjaro a su sobrino nieto el kaiser Guillermo II con ocasión de su cumpleaños, y el trato dejó satisfechos a todos.
El parque nacional fue creado en 1974 con una extensión de 392 km², aunque está rodeado por una reserva mucho más grande ocupada por el pueblo Maasai. Amboseli está situado en la provincia del Rift Valley, junto a la frontera tanzana al noroeste del Kilimanjaro. A pesar de las altas temperaturas, las tierras de Amboseli se encuentran por encima de los 1.180 m de altura. Las cumbres de la montaña permanecen ocultas por las nubes durante gran parte del día. El mejor momento para tener la oportunidad de divisar su cabeza plana es al amanecer.
El territorio de Amboseli pertenece al país maasai, la legendaria tribu guerrera de nómadas pastores que se alimentan de una mezcla de sangre y leche. Los maasais continúan viviendo hoy como lo han hecho siempre en la reserva que rodea el parque, pastoreando sus rebaños y desplazando sus enseres en busca de los mejores pastos. A lo largo de sus migraciones, hoy restringidas, los maasais construyen sus poblados, los llamados enkang' o más popularmente manyatta o emanyata, con palos de madera y estiércol de vaca. Con sus cuerpos esbeltos, sus rostros hieráticos y orgullosos, sus atuendos coloridos y sus cabellos trenzados y teñidos de rojo, los maasais ofrecen una gran plasticidad para el fotógrafo, pero por tu propia seguridad nunca les retrates sin su permiso.
Amboseli es un ecosistema muy frágil, sometido a grandes variaciones estacionales. Fundamentalmente el terreno es seco, con pocas precipitaciones anuales, entre los 350 y los 400 mm. El sector noroccidental del parque está ocupado por el lecho del Lago Amboseli, que durante gran parte del año no es más que una inmensa sartén ardiente de tierra salina cuarteada en la que revolotean los torbellinos de polvo. Los espejismos se confunden con los rebaños de cebras y ñúes, que caminan por el lecho cabizbajos y en fila india, con un aire cansino y perdido.
Durante la estación húmeda, las lluvias inundan el lecho del lago y gran parte de los terrenos adyacentes. Sin embargo, esta abundancia de agua no permite sostener una amplia variedad de vida vegetal. El motivo son las sales del lecho del lago, que se dispersan con las aguas empapando la llanura y frenando el crecimiento de las plantas. Esta es la causa de que en el parque haya pocos árboles, tan sólo unas cuantas acacias dispersas. Por el contrario, los pastos crecen ricos en sales y son muy apreciados por los herbívoros.
A pesar de la primera impresión de un terreno árido y polvoriento, en realidad Amboseli rebosa agua en cualquier estación del año, pero bajo tierra. Las nieves del Kilimanjaro se funden y discurren ladera abajo, empapando los estratos porosos de roca volcánica del subsuelo. Se forman así varias corrientes subterráneas, que confluyen en dos manantiales de agua cristalina en el corazón del parque y salen a la superficie en numerosos puntos formando grandes pantanos como el Loginya Swamp, en el que crecen los papiros y retozan los elefantes, los hipopótamos y los búfalos, con su corte de garcillas bueyeras.
La geografía de Amboseli es tan sencilla que su descripción recuerda a los mapas del tesoro de los piratas. La inmensa llanura comienza en el lecho seco del lago Amboseli, que da la bienvenida al visitante con su imagen desoladora. Hacia el sur y el este aparece la zona denominada Ol Tukai, un parche de vegetación frondosa donde se sitúan algunos de los lodges. Al sur de éstos aparece un bosque de palmeras, un oasis de frescor que proporciona agua, sombra y refugio a multitud de animales. A ambos lados del bosque de palmeras se extienden las zonas pantanosas, y en la parte occidental se alza la Observation Hill, la única elevación del terreno, una suave colina a la que se asciende a pie y que ofrece un magnífico panorama del parque. Más al sur, los estratos de roca volcánica arrojada por el volcán hace cientos de años afloran a la superficie, convirtiendo el paisaje en un malpaís. A la orilla de la corriente de lava se sitúa otro de los lodges, el Amboseli Serena. Por último, en el límite sur del parque se encuentran varios poblados Maasai junto al camping de Tortilis.
Amboseli está sometido a una fuerte degradación, tanto por parte de los turistas como de los nativos. La geografía llana y rala del parque facilita la circulación fuera de las pistas, pero esta práctica destruye los pastos, por lo que las autoridades insisten en que deben respetarse los caminos marcados. En cuanto a los maasais, continúan conduciendo su ganado por zonas interiores al parque, una práctica prohibida pero a la que nadie se atreve a poner freno. Al fin y al cabo, los maasais ya fueron expulsados de sus tierras una vez, cuando se fundó la ciudad de Nairobi.
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